domingo, 17 de mayo de 2009

Festival Internacional de Teatro Palco & Rua-Belo Horizonte 2008


Juan José Santillán - desde Belo Horizonte

La novena edición de Festival Internacional de Teatro de Belo Horizonte, realizado del 26 junio al 6 de julio, confirmó su sólida presencia en el mapa de festivales latinoamericanos. Más allá de las dimensiones que toma cualquier evento en Brasil, el FIT-BH trabajó fundamentalmente, desde su creación en 94´, en contundentes estrategias de programación. Y en ese camino desplegó, a lo largo de sus nueve ediciones bienales, una política hacia los espectadores que gestó la destacada tradición de este encuentro en la vida cultural de la ciudad.De ese modo, durante el desarrollo del festival, varios puntos de Belo Horizonte fueron tomados por espectáculos presentados tanto en salas como en espacios al aire libre. Hubo teatro en el centro de la ciudad hasta el barrio Serrano, orillas de una favela, donde el Grupo ZAP 18 (Zona de Arte de la Periferia) presentó una excelente versión de Madre coraje, de Brecht. Las propuestas dieron forma a una programación de calle gratuita y espectáculos en salas a precios que oscilaban entre 4 y 8 Reales. Además, hubo promoción de precios especiales para estudiantes. De ese modo, con 14 modalidades de pre-venta y variados paquetes de entradas, al inicio del FIT estaban prácticamente todas las localidades agotadas.Richard Santana, curador del festival, contó que “la distribución de los espectáculos de calle tiene como finalidad formar espectadores y esto se consolida en cada edición de nuestro encuentro. Por eso, los espectáculos callejeros que traemos son de una altísima calidad. Cada grupo o performer callejero además de realizar funciones en el centro, rota por espacios abiertos en los márgenes de la ciudad. Llevamos el teatro allí porque pensamos que es un modo de atraer espectadores a las salas. Confiamos que ese trabajo se da en el tiempo, ahora vemos los resultados entre los estudiantes y la renovación constante de público joven que tenemos en las salas. ”De hecho, en sus ocho ediciones anteriores, el FIT-BH convocó 1.007.032 espectactadores con un total 790 espectáculos programados en calle y en salas. El record de convocatoria fue en 2002, cuando 165.250 personas asistieron a las obras. Por este festival han pasado Peter Brook, la actriz inglesa Linda Marlowe, La Zaranda, el grupo de calle Strange Fruit de Australia, el Teatro Tascabile de Italia, entre muchos otros.El FIT- BH cuenta con un presupuesto que contempla alrededor de 4 millones de reales (2,5 millones de dólares). La mayor parte financiado por la gobernación de Belo Horizonte al que se suman Petrobras y otras entidades privadas. Además, integra el Núcleo de Festivales y Artes Escénicas de Brasil --creado en 2003-- En ese espacio, el FIT-BH comparte algunas obras de su programación con los encuentros de artes escénicas realizados en Londrina, Río de Janeiro, Brasilia, San José de Río Preto (San Pablo) y Porto Alegre.Los festivales tienen un perfil y una identidad muy definida. De allí que la forma de compartir espectáculos tiene una lógica: cada uno programa un espectáculo fuerte que estrena en su edición y luego, eventualmente, lo hace girar por otras ciudades. Esta red propicia, además, un apoyo económico y logístico para otros festivales en proceso de formación como los de Salvador de Bahía o Belén.Tanto Richard Santana como Carlos Rocha, curador y director, del FIT-BH, mencionaron el riguroso despliegue conceptual de la programación. No hay margen para espectáculos experimentales, sino que programan sólo trabajos de alta calidad que resulten convocantes para el espectador de Belo Horizonte. “Intentamos balancear una programación con propuestas fuertes internacionales que no absorban la totalidad del presupuesto –explicó Santana. Nunca trajimos compañías de renombre y desprotejimos el resto de la programación, intentamos armar una grilla coherente y de calidad que mantenga siempre una diversidad de lenguajes”.Además, los directores del FIT-BH mantienen un fluido y constante diálogo con los espectadores. No fue extraño verlos en la entrada de algunas salas dando programas de mano, sondeando el pulso real de la recepción del público local de los espectáculos programados.
Delirio Habanero-Teatro de la luna

II

Si Brasil, al menos en el aspecto teatral, concreta pocos espacios de diálogo con el resto de la realidad latinoamericana –y viceversa— una de las propuestas destacadas de FIT-BH fue la realización de un Foro de Teatro Latinoamericano. Este espacio de reflexión, con participantes de Argentina, Cuba, Venezuela, Brasil, España, reforzó una grilla de espectáculos que reunió, en paralelo, a los representantes más destacados del teatro de grupo en Latinoamérica.En Belo Horizonte estuvieron La Candelaria, de Santiago García, con su versión de El Quijote; El Teatro de los Andes, de César Brie, con En un sol amarillo; Malayerba, de Arístides Vargas, con La señora de los libros usados y Nuestra señora de las nubes. También Yuyachkani, de Perú bajo la dirección de Miguel Rubio, que presentó Hecho en Perú, vitrinas para un museo de la memoria. A ellos se sumó el Teatro de la Luna, grupo cubano dirigido por Raúl Martín, con su espectáculo Delirio habanero.De ese modo, se concretó una muestra con la tradición teatral de maestros ligada a determinado contexto de producción. El desafío del FIT-BH, para sus próximas ediciones, será incluir en la programación aspectos de discusión entre grupos con una realidad teatral de circunstancias y estéticas actuales.En los encuentros se reunieron directores, dramaturgos y algunos integrantes de elencos junto a críticos e investigadores. La idea fue compartir una aproximación a ciertos aspectos de la dramaturgia latinoamericana, eje trabajado por Santiago García, Arístides Vargas, Raúl Martín y Pablo Moraes. Cada director trazó el recorrido de su grupo y las definiciones de “dramaturgia” que fueron atravesando su proceso de trabajo a través de los años.En el Foro también se dialogó acerca formas de producción de proyectos teatrales, a partir de la confrotación de un sistema como el brasileño, que funciona con ley de mecenazgo, con otras realidades de financiamiento y circulación de espectáculos.Por último, se abordó el diálogo posible entre Brasil y el resto de la escena latinoamericana. Se destacó la incomunicación que existe, en varios aspectos, entre las discusiones y problemas de la escena brasileña y el resto del continente. Se mencionó, por ejemplo, la poca cantidad de traducciones de autores brasileños al castellano. Un caso paradigmático: Nelson Rodrígues, padre del teatro moderno de Brasil.Este intercambio entre críticos, investigadores y creadores que se realizó en Belo Horizonte fue, en cierta medida, una antesala de la II sesión de trabajo, realizada del 17 al 23 de julio en Buenos Aires, del Círculo Internacional Itinerante de Crítica Teatral (CICRIT). Algunos integrantes de este proyecto --una iniciativa de intercambio cultural propiciada por la casa editorial Tablas-Alarcos de Cuba, estuvieron en Brasil y, finalizado el FIT-BH, sesionaron en Capital Federal.

Hecho en Perú-Teatro Yuyachkani

III

Entre los espectáculos programados en la muestra, La Candelaria llevó El Quijote, una versión del clásico de Cervantes. Santiago García presentó la obra, con una breve charla en castellano con los espectadores brasileños, desde el proscenio del teatro Francisco Nunes. El director concentró la puesta sobre doce momentos de la novela, cuyo sustento fue meramente la acción que cada episodio plantea en la trayectoria del héroe, interpretado por César Badillo, integrante hace 25 años del grupo. El Quijote, según La Candelaria, mantuvo un clima festivo con varios recursos, por momentos desprolijos en la composición del lenguaje que propone para transitar el clásico, que lo acercan al teatro callejero.El Teatro de la Luna de Cuba, montó Delirio Habanero, dirigida por Raúl Martín, en base al texto de Alberto Pedro. El grupo transita el encuentro ilusorio de tres locos en un edificio derruido de La Habana. Uno de ellos sueña con fundar un bar prestigioso, Varilla´s Bar, y los otros dos se creen Benny Moré y Celia Cruz. La obra, con muchos guiños a la realidad cubana, refiere a la tensión que genera el exilio de aquellos que dejan la isla y los que eligen quedarse, a través de las figuras de dos artistas emblemáticos de Cuba.Malayerba llevó dos de sus clásicos, Nuestra Señora de las nubes y La muchacha de los libros usados. Mientras que el Teatro de los Andes, bajo la dirección de César Brie, realizó funciones de En un sol amarillo. Ambos espectáculos, como la mayoría de los grupos invitados a esta muestra, toman la memoria como tópico y espacio desde el que se genera el acontecimiento teatral.Alrededor de ese tema, el espectáculo más interesante fue Hecho en Perú, vitrinas para un museo de la memoria (2001), del colectivo Yuyachkani, fundado en 1971. Esta experiencia, incluso en sus resultados, es valiosa por la renovación y el riesgo que asume un grupo, con más de treinta años de trayectoria, de tomar elementos de la perfomance para lanzarse a una experiencia sobre la identidad peruana.Hecho en Perú, se liga en su desarrollo a ciertos procedimientos de perfomance que fueron integrados, en los últimos años, a la dinámica de creación del grupo dirigido por Miguel Rubio. Este espectáculo está eslabonado con los últimos trabajos de Yuyachkani: Sín título, técnica mixta (2004) y la “acción escénica” de Ana Correa, Rosa Cuchillo.En el libro El cuerpo ausente (perfomance política), Rubio escribe acerca del proceso de ensayo y montaje de estas experiencias. En un momento, cuenta el director, “por la profusión de materiales diversos que aparecían más bien en torno a lo corporal y lo visual, diversas texturas reclamaban conexiones que les permitan habitar un espacio común, desentrañando una lógica distinta a la que sigue la ruta: exposición, nudo desenlace. Fue escuchando esos materiales, que nos dimos cuenta que no iban en dirección de contar una historia sino que aludían a dos momentos de la historia del Perú, manifestada a través de distintos lenguajes (visuales, sonoros, corporales, literarios, etc.)”Pues bien, Hecho en Perú es fundamentalmente una experiencia del espectador ante un marco desgarrador. Lo primero que surge, es la perplejidad ante ante estas crudas yuxtaposiciones teatrales. La obra se realizó en un boliche bailable y compone un friso de seis situaciones autónomas, a través de montajes y secuencias interpretadas por Ana Correa, Augusto Casafranca, Teresa Ralli, Julián Vargas, Amiel Cayo y Rebeca Ralli.No hay butacas, el público debe elegir dónde anclar la mirada porque los montajes se interpretan en simultáneo. Entre hojas de coca, humillantes requisas de valijas en la esperas de un aeropuerto, acontecen: “El asesor”, sobre el ladero de Fujimori, Vladimiro Montesinos; “Pieles de mujer”, con fragmentos del documental La trinchera luminosa del presidente, de la rama femenina de Sendero Luminoso; “El dorado” y “La mano”, con fuerte presencia del sincretismo religioso; “La madre patria”, con canciones y decadentes números cabaret. Por último, “Embarque-Desembarque”, acerca de la migración masiva.Todo se desenvuelve con un fondo de música de cumbia y una frenética radio que emite “El noticiero de la madre patria”, donde se anuncia noticias sobre El Plan Colombia, la liberación de Ingrid Betancourt, discursos turísticos en inglés que describen las propiedades del Cusco, declaraciones de políticos: En Perú, el viejo dilema de ser o no ser no tiene sentido. Ese pastiche, situado a la par del desarrollo de las secuencias producidas por los actores del Yuyachkani, conforma un tejido que asume un efecto devastador por acumulación de percepciones contrastadas.

Esta noche, madre coraje - ZAP 18IV

Entre los espectáculos locales, se destacó la reescritura del grupo Zona de Arte de la Periferia (ZAP 18) de Esta noche, madre coraje, de Bertolt Brecht. El espectáculo se inscribe cercano a la dinámica del teatro comunitario, ya que el grupo ZAP 18 trabaja en los límites de una favela de Belo Horizonte. Más allá de esta situación, es alta la calidad de la obra que traslada el marco de Madre coraje a una guerra entre narcos de un barrio. En este caso, Brecht es sólo la excusa para este espectáculo dirigido por Cida Falabella y su numeroso grupo de actores.

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