miércoles, 28 de marzo de 2012

La vida crónica - Odin Teatret

Por Adys González de la Rosa

Cerca de cumplir sus 50 años de trayectoria, el Odin Teatret de Dinamarca estrenó recientemente La vida crónica. La antesala de esta producción comenzó durante el invierno de 2008. En ese momento, su director, Eugenio Barba, convocó a los actores en la sala Azul, la más pequeña de la sede del Odin en Holstebro, con la idea de comprobar si todavía estaban motivados para trabajar juntos. Este fue el primer paso de un largo proceso creativo que se extendió tres años y medio. “Las condiciones de nuestro grupo son particulares porque nos hemos mantenido juntos más de cuarenta años. Además, cada uno de los actores es también director, tiene sus proyectos; y regresar a una condición de colaboración con un director que tiene, al igual que cada uno de ellos, una personalidad muy fuerte podía ser duro para todos” –cuenta Barba.
La vida crónica transcurre en una Europa del futuro, derruida por una guerra civil. Y en ese contexto de disolución un niño colombiano llega al continente en busca de su padre. La acción remite a varios países en los que la condición precaria del inmigrante, su lucha por permanecer en un lugar que lo expulsa constantemente, resulta más cercano que ese 2031 en el que se ubica temporalmente el espectáculo. En La vida crónica se conjugan varias líneas de acción a cargo de un puñado de personajes que fluyen en un aluvión de situaciones signadas, no por una linealidad narrativa, sino por un montaje eficaz en la simultaneidad de la trama que conforma. Allí están, con la crudeza y diversidad de sus contornos, una virgen negra, la viuda de un soldado vasco, una refugiada chechena, un ama de casa rumana, un abogado danés, un rockero de las Islas Feroe, un músico callejero italiano y dos mercenarios. Ellos pujan por permanecer o ingresar a esa especie de balsa (territorio en constante oscilación) que sugiere el diseño del espacio escénico.
“Al comienzo yo no sabía de qué trataba el espectáculo o qué iba a contar -continúa Barba- Hubo un momento en que tenía todo el material y me dije: todo eso pasa en el futuro y, si lo ubico allí, no lo puedo entender. Hallar esa no comprensión fue un alivio. Pienso que creemos entender la realidad que nos rodea; tenemos periódicos y expertos que todo el tiempo nos la explican, pero uno lee algo y siempre dice: ¡es increíble!, ¿cómo es posible, por ejemplo, que un pueblo como el italiano se deje gobernar por un tipo como su actual primer ministro? Lo puedes explicar, pero ese ‘cómo es posible’ significa que hay una parte fundamental en nuestra vida, en nuestras relaciones, y en la estructura de nuestra sociedad, que no se deja comprender. Esa zona de la incomprensibilidad es la que yo quiero que el espectador experimente en este espectáculo”.
Durante el proceso de ensayos, el grupo debió lidiar con la enfermedad y muerte de Torgeir Wethal, actor fundador del Odin –se unió al proyecto con apenas diecisiete años– y quien ha sido fundamental en todos los espectáculos. Wethal, consciente de su enfermedad, no sólo trabajó hasta el final sino que colaboró en la transformación del resto de las obras de repertorio del grupo en las que tenía diversos personajes. Sus compañeros ensayaban dos versiones de La vida crónica: con y sin él. Esta última se fue desarrollando y varias propuestas de Torgeir fueron asumidas por su esposa, la actriz Roberta Carreri. “Es la vida la que hay que subrayar, no la muerte. Si alguien está muriendo, no es sobre eso que debes concentrarte sino en lo que está vivo cerca de él. Para mí el espectáculo era el trigo que estaba bajo tierra y debía subir a la luz. Claro que la muerte de Torgeir fue muy duro a nivel personal pero es algo que no influenció para nada en el trabajo” –asegura Barba.
En el entramado de asociaciones que propone la obra, se percibe el hilo que la une a trabajos anteriores: los relatos de la religión cristiana como fuente de inspiración (en particular pasajes de la Biblia referidas a Jacob), el lugar del padre, y la responsabilidad del individuo con el futuro. “En todas nuestras obras aparece la generación adulta que tiene experiencia y debe transmitirla, esto es un aspecto fundamental en la manera de construir los espectáculos del Odin –continúa el director–. Se trata de un leit motiv que se mantiene de manera explícita e implícita, pero no porque yo quiera mostrarlo, sino porque es mi forma de ver la vida. Creo que cada uno de nosotros tiene una responsabilidad, hacia lo que yo llamo los antepasados, y también con los que serán sus nietos, aquellos que aún no han nacido pero que van a vivir las consecuencias de nuestras decisiones”.
En la víspera de su medio siglo de trabajo y convertidos en una leyenda del teatro contemporáneo, el Odin Teatret entrega un espectáculo construido con perfección artesanal que no se aleja de la intensidad y de las emociones profundas. Sus infinitos detalles, el excelente trabajo sobre el plano sonoro, el despliegue de los personajes, son algunas de las calidades que no se alcanzan a aprehender en una función. La vida crónica propone un ejercicio de la mirada a través de sus inagotables variantes. “Todos están muy preocupados por la vejez del Odin, y muchos están aterrorizados, casi tienen miedo de venir a ver esta obra porque se preguntan: con la edad que tienen, ¿son todavía capaces de hacer espectáculos interesantes? Nosotros vivimos cada día el desmoronamiento de nuestra fuerza biológica que caracteriza una cierta fase de la vida humana adulta, pero ese desmoronamiento mentalmente no nos ha afectado. Siempre que termino un espectáculo, desde el comienzo, digo que es el último, hace veinte años que me está pasando. Además, todos mis actores dicen: sí, es el último. Pero mira, mi madre vivió 97 años y era extremadamente vital. Yo tengo sólo 73, todavía me quedan 25 años más de camino” –concluye sonriente Barba.

Información
El Odin Teatret se fundó en Oslo (Noruega) en 1964, dos años más tarde se trasladó a Holstebro, pequeño pueblo danés donde actualmente mantiene su sede. Su director y fundador Eugenio Barba es una de las figuras más influyentes del teatro de la segunda mitad del siglo xx. Ha mantenido un intercambio permanente con Latinoamérica y desarrollado los conceptos de “Antropología teatral” y “Tercer teatro”.


(Publicado en Revista Ñ)

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